El control social



El control social se puede describir como el conjunto de estructuras, estrategias y consecuencias sociales que buscan asegurar que las personas se adhieran a las normas y leyes de una sociedad. Estos mecanismos suelen operar de manera inconsciente en el individuo, ya que son internalizados durante su proceso de socialización. Durante la infancia, las personas aprenden y asimilan lo que es considerado apropiado o inapropiado en su cultura y sociedad, así como qué comportamientos son considerados delictivos y penalizados por las leyes vigentes.
 
Originalmente, el control social surgió como un método para la autorregulación del orden social a través de mecanismos informales originados dentro de la propia sociedad. La noción de control social fue introducida en la segunda mitad del siglo XIX por Edward Ross, un sociólogo estadounidense. Ross concibió el control social como una estrategia para mantener el orden social, enfocándose en la interacción persuasiva entre los individuos en la sociedad. En esta perspectiva, el control social no solo previene la delincuencia y el comportamiento desviado, sino que también puede implicar castigos sociales a través de métodos como rumores, ostracismo o vergüenza, incluso si la sociedad no emplea métodos coercitivos tradicionales.
                                                                                                                                                                                    
                                           Edward Alsworth Ross (1866-1951)

En esencia, el control social se percibe como un conjunto de herramientas, instituciones y acciones que sirven para cumplir con los objetivos y valores establecidos por el sistema dominante, manteniendo así el orden social. La meta del control social es preservar el orden social limitando las conductas desviadas, ya sea a través de restricciones formales o informales. Para alcanzar este propósito, se ponen en marcha diversas agencias e instituciones, y los actores sociales desempeñan roles funcionales que pueden ser explícitos o implícitos, abiertos o encubiertos, según las circunstancias, actuando como agentes de control social.

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